Esas tragedias de muñecas,
unas botellas de engaño
tan invisibles y tan huecas,
los caínes sin olvido,
reincidentes de condenas.
La muerte amarga que sabe
al veneno del beso del traidor,
la espuma de la mano de la boca
de la miseria, del desamparo
del terror de no poder naufragar.
Y la camisa de fuerza de hierro,
donde la locura vive a raya,
las costas para desembarcar
se vuelven más áridas y apáticas,
los sueños son mentiras
Que solo juegan a soñar...
La ilusa noche es un espejismo
habitante del capó de algún auto
de esos que vuelan, y saltan
pero sólo caen hacia el abismo.
Y los sueños son mentiras
Que solo juegan a soñar...