domingo, octubre 29, 2006

Lluvia de primavera.

La rompiente bañaba hasta la vereda. El corazón de la luna no daba relevos, se entretenía sobre una única sombra, a la que le pasaron la bolsa de Atlas. Y camina la voz, lenta, pausada, oscila como un péndulo entre suspiro y latido. Lento. Atrás se figura un amanecer, se van escuchando las pisadas que se apoyan sobre el poniente, el rimel le da pinceladas al horizonte, se aclara la garganta algún pájaro. Adelante, la mirada se fija en otro lado, y sólo ven los ojos rojos del los amantes, como el ocaso que afila sus navajas; agua que brota, agua que quema, agua que no es más agua sino tierra. Y te entierra. La lluvia que bebemos es ácida; el relampagueo que no te hace mover el cuerpo: te parte el corazón ¡y el silencio te hace mierda!

Pero se escuchan unos pasos. Ni vos, ni yo, ni nadie. Todos estamos inmóviles, todos excepto el viento que nos tira abajo la puerta, y te señala, y te llama. Una alfombra de babas rojas zigzaguea hasta la entrada, y la rompiente abre el techo. La nieve roja que nos rodea ahora me entierra, y mis ojos te traicionan, y se me congelan todas las muecas.


¿Quién hubiese dicho que moriría en la nieve?

¿hay acaso un final feliz para las hierbas que sobreviven entre adoquines?

¡Y tiemblan tanto los árboles en invierno! Pero cuanto más tristes son aquellos que se cercenan... bailando hasta el poniente, las hojas de la arcaica primavera.

jueves, octubre 12, 2006

Destiny.

And now you are alone my friend
And I must set you free
And you must face the world outside
And find your destiny

lunes, octubre 09, 2006

The silent sky.

Tengo que quemar el cielo.
Furia, rabia,
latidos de emancipación,
liberarme, revolución.
como el rojo y aliento,
bebo sangre y sudor.

Y aparte, punto.
(aquí, corazón,
adiós,
no hay perdón,
el sentido se escapó,
las margaritas me dijeron que no,
la crudeza de la mediocridad,
dolores donde el bisturí no puede llegar)

Hiberna Dios, ¡tengo que quemar el cielo!
los frívoles adoquines que me tienen de varón,
no me dejan dormir, no me dejan soñar.
Alguna vez un anciano medio vivo,
dijo que lo onírico solo se encuentra
fuera del vaso, más allá del bien y el mal,
más allá del templo de telarañas,
que es su ciudad, su arma real.
Y hay un techo para el superman,
que quiere intentar volar.

Su sinsentido, de vivir,
morir, sobrevivir, amar,
confiar, alimentarse de la verdad,
de la esperanza, del dolor,
de la necesidad.

Tu corazón no se puede escapar,
pero se cree un hada,
¡que se cree especial!
y no se da cuenta de tu rol
de mosca de asfalto y alquitrán.

¡Quememos el cielo!
Destripemos esa artificial seguridad,
instrumento de su risa y bienestar,
carcel para nuestro vivir,
para nuestra mirada,
para nuestra verdad.