Un reino de cáscara de nuez,
una reina que garabatea
tantos caminos a la locura,
la espera de un perfume
que ha olvidado el olor a mujer.
Un ojo derecho alquilado
al más cobarde huracán,
un eco que rebota en la nada,
(en la nada)
Toda una noche de invierno
y cocodrilos que hacen cro cro
cri cri, sus lágrimas de albornoz.
El manco toca una melodía
¡timbales, timbales, timbales!
Pero no la sabe tararear y
aún sin tener comida para mordisquear,
llegan los lobos de la tempestad,
¡ojalá, ojalá, ojalá
el arca nos lleve hasta el corral,
ginebra, caracoles, hambre!
Y ese maldito reloj se haga cenizas,
se destrocen las camisas
en sus empinadas carreras al vacío
ojalá que nunca llegue,
pero siempre
llega:
el miedo de lo que el viento
se llevará.
una reina que garabatea
tantos caminos a la locura,
la espera de un perfume
que ha olvidado el olor a mujer.
Un ojo derecho alquilado
al más cobarde huracán,
un eco que rebota en la nada,
(en la nada)
Toda una noche de invierno
y cocodrilos que hacen cro cro
cri cri, sus lágrimas de albornoz.
El manco toca una melodía
¡timbales, timbales, timbales!
Pero no la sabe tararear y
aún sin tener comida para mordisquear,
llegan los lobos de la tempestad,
¡ojalá, ojalá, ojalá
el arca nos lleve hasta el corral,
ginebra, caracoles, hambre!
Y ese maldito reloj se haga cenizas,
se destrocen las camisas
en sus empinadas carreras al vacío
ojalá que nunca llegue,
pero siempre
llega:
el miedo de lo que el viento
se llevará.