Las campanadas
que destrozan
la mente del durmiente
en las pestañas
se arrepiente el alba
de su mundano destino
donde desaparecieron
los testigos que ven
apariciones, sonidos ni latidos
y la gente muere
por no embeberse de frío.
Esas cenicientas que piden propinas,
calaveras y una vida dividida,
una sombra, una mecha, una sonrisa
solo resta un futuro en ruinas
Y en la noche los adoquines
paran las balas, y las bebidas
encienden guitarras
Algún gato se acuerda
en algún techo del olvido
las marionetas de siempre
rompen los hilos
bailando morenas hasta el alba
(las campanadas) la última gota
se derrama en cada mirada.