Siempre que exista
solo será un instante
donde lo valiente,
lo inmenso y lo eterno
sacudan el verso propio
la mordedura de los tiernos
verdaderos como la indecisión
Donde no viva el silencio,
donde no nazca la creación
y ella sea tan extensa, infinita
que los ecos del abismo
los que paralizan las manos
y nos dan de a poco, pedazos
revienten en temblor
vientos austeros fugaces
momias de perdigón
figuras de vuelos rapaces
amigos sin corazón
Como si el ritmo de los diarios
corriera con semejante razón
los carneros mueren tranquilos
cuando alguien nombra cierto Dios
Y los hijos inhibidos
de todo lo que tronó
terminaron mudos y tiesos,
gritaban como el fuego mismo
de aquello que gimió
la cercanía insurrecta
de la noche junto al sol.