lunes, febrero 16, 2009

Requiem epistolar.

Había muerto un autor
y en su lugar quedé yo,
que ya no era yo mismo
era un tintero de rincón

Había muerto pensando
que entre el odio y el amor
se juegan un par de pesos
un silencio, una oración.

Había muerto borracho
o contando un cuento
que es parecido o similar
corrijanme un punto final

Había muerto acompañado
o eso al menos él pensó
pues nunca estuve a su lado
y hasta en verso fui impostor

Pero que mi cobardía
esa que me hizo viudo
y valiente en el amor
no lo engañe, no señor

Porque quizás ando escondido
y en realidad, al fin de cuentas
aquel sepelio fue una estafa
y en verdad ese muerto era yo.