Montado sobre un caballo troyano,
el invierno sacude
con sus largas manos,
Sonámbulos, noches de pura violencia
los vidrios se hacen tan oscuros
y las putas revisan las billeteras.
Los bisturíes lanzan hoscos sonidos,
y babean alrededor de mi jaula,
el ancla cae eterna, los segundos
se matan a trompadas.
Los somníferos pasan a ser incienso,
poco a poco (tan despacio, tan fugaces)
cierran (¿o abren?) salones
las pueriles hadas.
Ilusiones y terreno,
lujuria con semen de muerto.
Una caminata que recuerda
a lo inacabable de lo perfecto,
al alma de los desiertos;
son vísperas de un día muerto.
Hojas, miles de hojas
de nadie más que del viento;
toneladas de cemento y cobre,
azúcar, crímenes, silencio.
Pasa el tiempo -minutos-,
y se pone viejo.
La piel se vuelve hielo,
los ojos basiliscos
y miran para adentro.
Los espejos revenden
inservibles. reflejos.
Y se garabatean
las siluetas de estas letras
en las lágrimas del barquero.
...........................
Nace una llamarada en el cielo,
salen nadando del lago los puercos.
Una girasol en la luna,
en un alto balcón,
arroja dos dados,
tararea una arcaica canción.