Individuo
El tambor resuena en el corazón,
pero ya no hay nada,
ni nadie.
Y la absoluta extrañez se toma venganza,
abandonandote a la más amarga condena,
un poema absurdo de temor,
unas manos lastimadas, sin canto ni voz,
un anillo rodante e itinerante,
vagando por los túneles de las cloacas,
Solo
Las noches de piedra
aturden a quien fue velador,
sonrisas de humo,
y un beso que se pudre en alquitrán,
que se consume junto con toda pasión,
en el suelo, solo, retorciendose.
Tal vez se pregunten por qué,
los ahorcados en primavera.
Ahora el cielo y el sol, se escapan
en un estéril punto de fuga
a ambos lados.
Quieto
Pero ya hasta la luna,
se fue a dormir.
La incógnita del quién vendra
hace una mueca y suelta una leve carcajada,
Sarcástica en ese mar de ausencias.
Lo bueno, es que ya... no hay de qué preocuparse...
El olvido vendrá a rescatarme...
En la Soledad.