jueves, abril 19, 2007

Una sonrisita.

Nunca pensé, ¡ah, ja ja ja!
Y ahora estoy acá, ¡ja ja ja!
Pero voy caminando para allá, ja ja ja!
Aunque el camino me pase por arriba,
como el firmamento del ebrio
como la lujuria a la pasión
¿Cuántos grilletes te atan
siempre a otro más que a vos?

No me busques una explicación,
ni equis ni inecuación,
tengo el cerebro re partido en dos,
¡qué dos ni dos si yo ni siquiera soy yo!
Un blanco que hoy riega
con sangre prestada, con alientos ajenos,
dardos que vuelan justo
al colorido color nada.

¡Ay! Ja ja ja,
y vos le seguís buscando,
algún tipo de explicación,
una secuencia a una oración,
y esto no son más que heridas blancas,
alguna flecha podrida, loca,
sed, fluidos o dolor.

Besa estos zapatos,
te los regalo,
me voy en camello,
a una línea o un desierto,
a una torre donde todos Babla y Barbar,
pero más vale que se callen,
y callate vos también,
que no me dejás ver las estrellas,
que ahora muere el amanecer.

domingo, abril 15, 2007

Traidor.

Creo que hay una incandescente sustancia (savia, alcohol, dinero) que se encarga día y noche, desde el más ínfimo pensamiento hasta en la más elaborada creencia, a darle una redondez inaudita y hasta a veces intolerable al conjunto que conforma todo este asfalto (llamarlo Tierra, si así prefiere) que pisamos. Sabrá usted que este tipo de secuencias y teorías, filosofías, cosmovisiones, panfletos, ya han sido nombrados anteriormente pero que aún así viven reviviendo a medida que una noche o una madrugada deja frente al espejo a otro pobre bastardo, sin más prole que sus dudas. No es mucho y al mismo tiempo no es nada ponerse a reflexionar, en rutinario ejercicio, sobre los astros, el lugar en el profundo Orbe; hay cierta majestuosidad romántica en esto del pesimismo que se construye como para oponerse, necesario, y así equilibrarla vida conformista y consensuada que todos llevamos. Y usted me dirá "no, los conformistas son los otros, la tercera persona del singular, bien pero bien ajena porque la comodidad enredada a este impetuoso y poco reflexivo siglo veintiuno, sólo es, a mi pecho, como seis puñaladas atroces y sus siervos, simples caníbales de mis entrañas; este es el maldito país del que soy víctima, pero también voz y tinta", a lo que le respondo, con una amarga sonrisa en la cara: ¿se considera algún tipo de héroe? ¿no es consciente de su rol necesario, de su identidad que falsa cree rasguñar el libre albedrío pero sólo es presa, ama y esclava, de sí misma? No me venga con baratos pensamientos porque de revolucionario no tiene ni el lavarropas, que creo que ya le secó hasta la más indudable de todas las existencias: el vacío que llena usted con palabras, no son más que sonidos que tarde o temprano hacen eco en la nada. Y esto es simplemente así. El mundo no está al aire "libre", estamos todos encerrados, dentro de él, capturados en lo más profundo de su núcleo y hablamos tanto que no nos damos cuenta que lo que retumba no es el cielo; es el suelo. Es claro que usted ni siquiera huele esa humedad nauseabunda que ha trepado por su espina hasta su cerebro, y ahora perdió toda la conciencia de su propia irrealidad. Probablemente este rol pesimista-crítico es mucho mejor que ser simplemente un zángano cien por ciento acomodado del Sistema, pero también es usted el que debería tomar nota que es el complemento esencial, el enchufe, la descarga a "tierra". Acaso, dígame, cuando uno se agobia, quiere hacerse estallar y hacerse cenizas en el mar (como repite usted a diario), ¿se va del estadio? ¿o simplemente se pasa de bando?

Se dará cuenta, señor, que usted no es como yo. Es mejor que él, es probable, pero de todas maneras también es peor, porque usted, señor, usted, simplemente es un traidor.

sábado, abril 14, 2007

Antes del alba.

Las campanadas

que destrozan

la mente del durmiente

en las pestañas

se arrepiente el alba

de su mundano destino

donde desaparecieron

los testigos que ven

apariciones, sonidos ni latidos

y la gente muere

por no embeberse de frío.

Esas cenicientas que piden propinas,

calaveras y una vida dividida,

una sombra, una mecha, una sonrisa

solo resta un futuro en ruinas

Y en la noche los adoquines

paran las balas, y las bebidas

encienden guitarras

Algún gato se acuerda

en algún techo del olvido

las marionetas de siempre

rompen los hilos

bailando morenas hasta el alba

(las campanadas) la última gota

se derrama en cada mirada.