lunes, junio 11, 2007

Siempre.

Mis ojos gotean, siempre,
alguna estupida confesión.
Siempre pienso que esta vez,
no voy a encontrar el camino
de vuelta a casa, esta noche.
De vez en cuando pasa:
siempre me hago adoquín
y me rindo a la violencia,
la rutinaria indiferencia.
Es decir, a vos.
Aunque más que nada a mí mismo.
Siempre termina en lo mismo,
(pido perdón por mis perdones)
resbalando mis penas por un renglón.
Así, todo vuelve a empezar,
como para volver a reciclarme.
Mi pálido Dios ya le da forma
a un pulcro mundo nuevo.
Me pongo a buscar
esas mañanas imaginarias
donde no pueda distinguir
la verdad en la mentira
y la traición en tu mirada.
Y siempre la vuelvo a encontrar.

domingo, junio 03, 2007

Déjà Vu.

Montado sobre un caballo troyano,
el invierno sacude
con sus largas manos,
Sonámbulos, noches de pura violencia
los vidrios se hacen tan oscuros
y las putas revisan las billeteras.
Los bisturíes lanzan hoscos sonidos,
y babean alrededor de mi jaula,
el ancla cae eterna, los segundos
se matan a trompadas.
Los somníferos pasan a ser incienso,
poco a poco (tan despacio, tan fugaces)
cierran (¿o abren?) salones
las pueriles hadas.

Ilusiones y terreno,
lujuria con semen de muerto.
Una caminata que recuerda
a lo inacabable de lo perfecto,
al alma de los desiertos;
son vísperas de un día muerto.
Hojas, miles de hojas
de nadie más que del viento;
toneladas de cemento y cobre,
azúcar, crímenes, silencio.

Pasa el tiempo -minutos-,
y se pone viejo.
La piel se vuelve hielo,
los ojos basiliscos
y miran para adentro.
Los espejos revenden
inservibles. reflejos.

Y se garabatean
las siluetas de estas letras
en las lágrimas del barquero.

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Nace una llamarada en el cielo,
salen nadando del lago los puercos.
Una girasol en la luna,
en un alto balcón,
arroja dos dados,
tararea una arcaica canción.