Un comienzo tímido,
lejano,
músculos que calientan para entrar tibiamente
al ámbito de lo sencillo,
pero sublime.
Cada silencio que vivimos
(esos de puro miedo
e improductiva contemplación)
se disipa entre los dos sonidos que lo componen todo:
esos que nos encierran
nos tensan la garganta como a una cuerda
Y esos que simplemente,
simplemente,
nos liberan.
¿Y qué?
¿Y qué?
¿Y qué?
Insistís en preguntar
y tus astillas entran precisas
con cada golpe que cae a tierra
con cada golpe que cae a tierra
Cuentos de sueños voraces,
gritos sin destino,
se agazapan, sonríen
en el fondo del viento nuevo que respira
y respira
y respira
Y su aire con pausa
pero sin prisa
cose las infinitas desventuras
que nadie conoce
pero que secretamente
nos retratan
y nos codician.
y nos codician.