Coplas naufragadas
rios de estruendo
Un primer destino
Entre la pena y la compasión
Sonaba tanto a basura
A un simple olvido
No quedaba nada en el alma
En el alma de todos los sueños
El fulgor se convertía
En el ineludible espanto
Y la piedra yacía intacta
Blanca como la arena
Y las manos colgaban, tersas
Pero la humedad las empañaba
Con ese olor rojo a muerte fresca