La gárgola esclava
en algún punto
de este extraño universo pensaba
sobre su desdichado destino.
No era la impaciencia o la fealdad
lo que claramente la preocupaba,
no era la simple pobreza y austeridad
con la que habitaba
tan escondida a la vista de todo mundo
lo que la aquejaba;
era la eterna soledad
la quietud sepulcral,
que en su mirada
un reflejo entretejía
con la esperanza fija
en el horizonte,
imaginaba remontar al cielo
y a las estrellas
sobre el monte.
Lejos.