Se había cansado el espanto
de toser en cuatro tiempos
Los hijos del kerosén y la saliva
descansaban tiesos entre almohadas
apagados, los días,
miraban un cielo fugaz
Errando, perdido en una fábula
cogía el verdadero amor
con tanta afasia
de adornada fantasía
y los cortes que ya no dolían
y las venas que no viajaban más
y los últimos sonidos
se olvidaban el cantar
Mas
Con las luces de la primera noche
los pasos empiezan a acelerar
la fruta de un cuento limpio
permanente, quieto, natural
junto a unos criterios perdidos
que ponen en perspectiva ya
prácticamente nada, ya
escupen letras
y se vuelven a mezclar
Un parque nuestro se configura
redondo sobre esta hoja en blanco
De pisadas tercas, hombres y mujeres
empiezan a asomar
Una jungla tan austera, inútil
que los espera con navajas de cristal
Con una sonrisa abierta
entre tanto fingir, deambulan
presas del sudor y del espanto
Habitan otro tiempo
grillos verdes, sombras
estiran sus brazos
siempre para abrazar
manos que se tocan, que sienten,
adalides de la dicha repentina
y servidores de un futuro por crear.
Se ve fuera del parque
la residencia secuencial
La velocidad es el misterio
es el eco, que los llama
es la madre veneno, la ansiedad
Seguirán los circulares,
Una vuelta,
otra,
y otra más.
Seguirá a plena vida
escondido ese refugio
Seguirá siendo de barro
El camino de verdad