Recordaba la vieja que reía
giraba de tanto en tanto
para mirar hacia atrás
Harapos, férulas rapaces
Felices la rémora y el puercoespín
Goteaban implacables
por el frondoso juego del faenal
Quién diría que los cantos
los vientos, la vida, los días
la verían alguna vez llorar
si en la infancia somos todos bellos
el sol había entonces dejado de respirar
¡y si tan hondo es el recuerdo
que aquellos rasgos ajenos
con que el espejo miraba
con que atacaba la almohada
vestían ahora antifaces...!
las monedas se caían entre unos dedos
que se aferraban al baston para andar
Lento por el subterráneo
de un amarillo rípido, impersonal
encadenadas las pestañas
ciegas para no observar
La vieja andaba,
hacía un ruido al caminar.